sábado, 10 de noviembre de 2007

Esto fué entendido que significaba que la creación tuvo lugar de acuerdo a ideas predeterminadas ejemplares por Dios y existiendo en la Palabra. Consi

Esto fué entendido que significaba que la creación tuvo lugar de acuerdo a ideas predeterminadas ejemplares por Dios y existiendo en la Palabra. Considerando esto, se puede decir que el Padre creó la Palabra, este término es usado en lugar de la más precisa generada, tanto como las ideas ejemplares de la creación fueron comunicadas por el Padre al Hijo.

O, nuevamente, la actual Creación del mundo pudo haber sido expresada la creación de la Palabra, siendo que ocurre de acuerdo a las ideas que existen en la Palabra. Invariablemente, el contexto muestra que el pasaje debe ser entendido en uno u otro de estos sentidos. La expresión es, sin lugar a dudas, muy tosca y ciertamente nunca se hubiera empleado sino por el verso, Proverbios 8:22, el cual es dado en el Septuaginto y en las antiguas versiones latinas "EL SEÑOR me dio la vida* (ektike) como primicia de sus obras,* mucho antes de sus obras de antaño."

Como el pasaje fué entendido haciendo referencia al Hijo, éste planteó la pregunta ¿cómo se pudo decir que la Sabiduría fué creada? (Orígenes, "Princ.", I,ii, n.3) Más aún conviene recordar que una terminología precisa en relación a las relaciones entre las Tres Personas fué el fruto de las controversias que brotaron en el siglo cuarto. Los escritores de un período más temprano no estaban preocupados con el Arianismo, y emplearon expresiones las cuales, bajo la luz de los subsiguientes errores son vistos no sólo como meras imprecisiones, sino como peligrosas.
Se presentaron tal vez, mayores dificultades, por una serie de pasajes los cuales parecen afirmar que previo a la Creación del mundo, la Palabra no era una hipóstasis distinta del Padre. Eestas se encuentran en Justin (C. Tryphon., lxi), Tatian (Con. Graecos, v), Atenagoras (Legat., x), Theófilo (Ad Autol., II, x, 22); Hippolytus (Con. Noet., x); Tertullian ("Adv. Prax.", v-vii; "Adv. Hermogenem" xviii). Es por esto que Teófilo escribe (op.cit.,n.22) "¿Qué más es esta voz (oída en el Paraíso) sino la Palabra de Dios Quien es también Su Hijo?...Porque antes, nada fué, El lo tenía a El como su consejero, siendo su propia mente y pensamiento (i.e. como el logos endiathetos, c.x)).

Aunque cuando Dios quiso hacer todo lo que había determinado, entonces El Lo engendró como la Palabra pronunciada (logos prophorikos), el Primero de toda la creación, sin embargo, no el mismo dejado sin Razón (logos), sino habiendo engendrado Razón y por siempre en reciprocidad con Razón" Expresiones como éstas, se deben indudablemente a la influencia de la filosofía Estoica: el logos endiathetos y logos prophorikos, eran concepciones habituales de aquella escuela. Es evidente que estos apologetas buscaban explicar la Fe Cristiana a sus lectores paganos en términos con los cuáles los últimos estaban familiarizados.

Algunos escritores católicos sin duda pensaron que la influencia de su instrucción previa los llevó al Subordinacionismo, a pesar que la Iglesia misma nunca se involucró en tal error (ver LOGOS). Sin embargo, no parece necesario adoptar esta conclusión. Si el punto de vista que tenían presente los escritores, entonces, las expresiones, extrañas como eran, serían vistas como no incompatibles con la creencia ortodoxa.
Como hemos dicho, los primeros Padres veían en Proverbios 8:22 y Colosenses 1:15, como distintivamente enseñando que hay un sentido en el cual la Palabra fué engendrada antes que todos los mundos, lo que puede correctamente decirse haber sido engendrada en el tiempo. Esta generación temporal que concebían no era otra que el acto de la creación. Ellos tenían esta visión como complemento a la generación eterna, tanto como si fuera la manifestación externa de aquellas ideas creativas las cuales desde toda la eternidad, el Padre ha comunicado a la Palabra Eterna. Aún más, en las mismas obras que contienen estas perplejantes expresiones, se encuentran otros pasajes que enseñan explícitamente la eternidad del Hijo, por lo que parece muy natural interpretarlas en este sentido. Más aún, conviene recordar que a través de este período, los teólogos, al tratar el tema de la relación de las Personas Divinas, entre sí, invariablemente las veían en conexión con la cosmogonía.

Sólo después, en la era Nicena, aprendieron a prescindir del tema de la creación y trataron la Personalidad triple exclusivamente desde el punto de vista de la vida Divina del Altísimo. Cuando se llegó a este paso, las expresiones como aquellas, se tornaron imposibles.


LA TRINIDAD COMO UN MISTERIO

El primer Concilio Vaticano ha explicado el significado del término misterio en teología. Formula que un misterio es una verdad la cual no somos capaces de descubrir sino que es una Revelación Divina, pero la cual, aún cuando ha sido revelada se mantiene "escondida bajo el velo de la fe y, como quien dice, introducida en un sobre por una especie de oscuridad" (Const., "De fide. Cath", iv). En otras palabras, nuestra comprensión se mantiene solamente parcial incluso luego de haberse aceptado como parte del mensaje Divino.

Podemos formarnos un concepto representativo a través de analogías y tipos, que expresan aquello que ha sido revelado, pero no podemos atrapar el conocomiento total el cual supone que los varios elementos del concepto están claramente entendidos y su compatibilidad recíproca manifiesta.

En relación a la justificación de un misterio, la gestión de la razón natural sirve solamente para mostrar que no contiene imposibilidad intrínseca, y que cualquier objeción impulsada contra ella debe darse en Razón. Las expresiones tales como esas son sin dudas, señal que ellas violan las leyes del pensamiento, por ende, son inválidas. Más que esto no se puede hacer.
Aún más, el Primer Concilio Vaticano definió que la Fe Cristiana contiene estrictamente hablando, misterios (can. 4). Todos los teólogos admiten que la Trinidad es uno de ellos. Sin dudas, de todas las verdades reveladas esta es la más impenetrable a la razón. En consecuencia, no declararlo misterio, sería una virtual negación del canon en cuestión.

Más aún, en palabras de Nuestro Señor en Mateo 9:27 dice "Nadie conoce al Hijo, sino el Padre" parece declarar expresamente que la Pluralidad de Personas en la Divinidad es una verdad completamente fuera del alcance de cualquier inteligencia creada. Los Padres, suministran muchos pasajes en los cuales se afirma la incomprensibilidad de la Naturaleza Divina.

San Jerónimo dice en una frase muy conocida: "La verdadera profesion del misterio de la Trinidad, es adueñarse de la idea que no la comprendemos" (De mysterio Trinitatus recta confessio est ignoratio scientiae -- "Proem ad 1. xviii in Isai."). La controversia con los Eunonimos, que declararon que la Esencia Divina ha sido totalmente expresada en la absolutamente simple noción de "el Inaccesible" (agennetos), y que este era complementamente comprensible por la mente humana, llevó a muchos Padres Griegos a insistir en la incomprensibilidad de la Naturaleza Divina, más especialmente en relación a las procedencias internas. (San. Basilio. "In Eunom.", I, n. 14; St. Cyril de Jerusalem, "Cat.", VI; San Juan. Damasquino, "Fid. Orth.", I, ii, etc., etc.).

Sin embargo, en fechas posteriores, se encuentran algunos famosos nombres que defienden la opinión contraria, como Anselmo ("Monol.", 64), Abelardo ("En Ep. Ad Rom."), Hugo de San Víctor ("De sacram" III, xi), y Ricardo de San Víctor ("De Trin", III, v) todos declaran que es posible asignar razones perentorias porque Dios debe ser ambos Uno y Tres.

Como explicación de esto, conviene hacer notar que en aquel período la relación de la filosofía con la doctrina revelada no era oscuramente entendida. Sólo luego, con el sistema aritotélico, obtuvo reconocimiento de los teólogos y el tema fué totalmente tratado. En el fermento intelectual de la época, Abelardo inició una tendencia racionalista: no sólo afirmó un conocimiento de la Trinidad a los filósofos paganos, sino que su propia doctrina trinitaria era prácticamente Sabelina.

El error de Anselmo no se debió al racionalismo sino a una aplicación demasiado amplia del principio Agustiniano "Crede et intelligas". Hugo y Ricardo de San Víctor fueron, sin embargo, influenciados por las enseñanzas de Abelardo. Los errores de Raimundo Lully (1235-1315) en este sentido, eran incluso más extremos. Fueron expresamente condenados por Gregorio XI en el año 1.376. En el siglo 19 la influencia del Racionalismo prevaleciente, se manifestó en varios escritores católicos. Frohschammer and Günther afirmaron que el dogma de la Trinidad era capaz de probarse. Pío IX reprobó sus opiniones en más de una ocasión (Denzinger, 1655 sq., 1666 sq., 1709 sq.) y fué muy precavido contra esta tendencia que el Primer Concilio Vaticano envió los decretos en los cuales se hizo referencia. Un error, de alguna manera similar, aunque menos agraviante, se dió por el lado de Rosmini fué condenado el 14 de Diciembre de 1887 (Denz., 1915).


LA DOCTRINA INTERPRETADA POR LA TEOLOGIA GRIEGA
Naturaleza y Personalidad

Los Padres Griegos asumieron el problema de la doctrina trinitaria de una manera que difiere de manera particularmente importante de aquellos que, desde los días de San Agustín, habían sido tradicionales en la teología Latina.

La teología Latina fijó el pensamiento primero sobre la Naturaleza y solo subsecuentemente en las Personas. La Personalidad fué vista como, para decirlo de alguna manera, el complemento final de la Naturaleza: La Naturaleza fué considerada como lógicamente previa a la Personalidad.

En consecuencia, porque la naturaleza de Dios es una, El es conocido por nosotros como Un Dios antes de poder ser conocido como Tres Personas. Y cuando los teólogos hablan de Dios sin hacer especial mención a una Persona, lo conciben bajo este aspecto.

Esto es completamente diferente desde el punto de vista griego. El pensamiento griego se fijó primero en las Tres Personas distintas: el Padre, Quien, como fuente y origen de todo, el nombre de Dios (Theos) le pertenece especialmente; el Hijo, que procede del Padre por generación eterna, y por lo tanto nominado correctamente Dios también; y el Espíritu Divino, que procede del Padre a través del Hijo. La Personalidad es tratada como lógicamente previa a la Naturaleza.

Así como en la naturaleza humana es algo que los hombres individuales poseen, y que sólo puede ser concebida como perteneciente a.. y dependiente del individuo, así también la Naturaleza Divina es algo que pertenece a las Personas y no puede ser concebida independientemente de Ellas. El contraste parece notable en relación al tema de la creación.

Todos los teólogos occidentales enseñan que la creación, como todas las obras externas de Dios, proceden de El como Uno: las Personalidades separadas no entran en consideración. Los griegos invariablemente hablan como si, en todas las obras Divinas, cada Persona ejerce una función separada. Ireneo replica a los Gnósticos, que sostienen que el mundo fué creado por el demiurgo otro que el Supremo Dios, al afirmar que Dios es el único Creador, y que El hace todas las cosas por Su Palabra y Su Sabiduría, el Hijo y el Espíritu (Adv. haer., I, xxii; II, iv, 4, 5, xxx, 9; IV, xx, 1). Una fórmula a menudo encontrada en los Padres Griegos es que todas las cosas son del Padre y son causadas por el Hijo en el Espíritu (Atanasio, "Ad Serap.", I, xxxi; Basil, "De Spiritu Sancto", n. 38; Cyril de Alejandría, "De Trin. dial.", VI).

De este modo, también, Hipólito (Con Noet.,x) dice que Dios ha modelado todas las cosas por Su Palabra y Su Sabiduría creándolas por Su Palabra, y adornándolas por Su Sabiduría. (gar ta genomena dia Logou kai Sophias technazetai, Logo men ktizon Sophia de kosmon). El Credo Niceno aún conserva para nosotros este punto de vista. En él, aún profesamos nuestra creencia "en un Dios y Padre Todopoderoso, Creador del cielo y la tierra...y en Jesucristo Nuestro Señor...por Quien fueron hechas todas las cosas...y en el Espíritu Santo.

La Unidad Divina

Los Padres Griegos no olvidaron salvaguardar la doctrina de la Unidad Divina, aunque su punto de vista manifiestamente requería un tratamiento diferente de aquel empleado en Occidente. La consustancialidad de las Personas es afirmada por San Ireneo al decirnos que Dios creó el mundo por Su Hijo y Su Espíritu, "Sus dos manos" (Adv. Haer., IV, xx,1)

El tenor de la frase es evidentemente indicativa que la Segunda y Tercera Personas no son substancialmente distintas de la Primera. Una descripción más filosófica es la doctrina de la Recapitulación (sygkephalaiosis). Esta, al parecer, primeramente encuentra correspondencia entre San Denis de Alejandría y San Dionisio de Roma.

El primero escribe: "Nosotros, de este modo  i.e., por la procedencia doble extendemos la mónada  la Primera Persona a la Trinidad, sin causar ninguna división, y donde capitula la Trinidad en la mónada sin causar disminusión" (outo men emeis eis te ten Triada ten Monada, platynomen adiaireton, kai ten Triada palin ameioton eis ten Monada sygkephalaioumetha -- P.G., XXV, 504). Aquí, la consustancialidad es afirmada sobre la base que el Hijo y el Espíritu, procedentes del Padre, no son, sin embargo, separados de El; mientras, nuevamente, con todas sus perfecciones, pueden ser considerados como contenido en El. Esta doctrina supone un punto de vista muy diferente del que hoy estamos familiarizados.

Los Padres Griegos afirmaban que el Hijo, como la Sabiduría y el Poder del Padre (I Cor., 1:24) en un sentido formal, y en manera similar, el Espíritu como Su Santidad. Aparte del Hijo, el Padre puede ser sin Su Sabiduría; aparte del Espíritu El puede ser sin Su Santidad. Por eso, el Hijo y el Espíritu son considerados "Poderes" (Dynameis) del Padre. Pero mientras en las creaturas, los poderes y facultades son meras perfecciones accidentales, en el Todopoderoso son hipóstasis subsistentes. Denis de Alejandría en relación a la Segunda y Tercera Personas, las entiende como los "Poderes" del Padre, y habla de la Primera Persona como "extendido" a ellos y no dividisiones de ellos. Y, siendo lo que sea que tienen, fluyen de El, este escritor afirma que si fijamos nuestros pensamientos en la sola fuente de Deidas, lo encontramos en El sin disminucació, todo lo que está contenido en ellos.
La controversia Ariana condujo a la insistencia en la Homousía. Aunque con los Griegos este no es un punto de partida, sino una conclusión, el resultado de un análisis reflexivo. La filiación de la Segunda Persona implica que El ha recibido la Naturaleza Divina totalmente, y para las generaciones implica el origen de uno que es igual en naturaleza al principio originador.

Pero aquí, está fuera de discusión el tema de la unidad meramente específica. La Esencia Divina no es capaz de multiplicación numérica; es, por lo tanto, razonaron ellos, idénticamente la misma naturaleza que ambos poseen. Una línea similar de argumentación, establece que la Naturaleza Divina, en tanto comunicada al Espíritu Santo, no es específicamente, sino numéricamente, uno con aquella del Padre y del Hijo La unidad de naturaleza era entendida por los Padres Griegos como involucrando unidad de voluntad y unidad de acción (energeia).

Esto es lo que declararon que poseen las Tres Personas (Atanasio, "Adv. Sabell.", xii, 13; Basil, "Ep. clxxxix," n. 7; Gregorio de Niza, "De orat. dom.," Juan Damasquino, "De fide orth.", III, xiv). Es aquí donde vemos un imortante avance en la teología del Todopoderoso. Puesto que, como hemos notado, los primeros Padres concibieron invariablemente las Tres Personas como cada una ejerciendo una función distinta y separada.
Finalmente, tenemos la doctrina de la Circuminsesion (perichoresis). Por ella se entiende la inexistencia recíproca y compenetración de las Tres Personas. El término perichoresis fué usado por primera vez por San Juan Damasquino. Sin embargo, la doctrina se encontraba mucho antes. Así, San Cirilo de Alejandría sostenía que el Hijo es llamado la Palabra y Sabiduría del Padre por la recíproca inherencia de estos en la mente "(dia ten eis allela....,hos an eipoi tis, antembolen).

San Juan Damasquino asigna una doble base a esta inexistencia de las Personas. En algunos pasajes él lo explica a través de la doctrina ya mencionada, que el Hijo y el Espíritu son dynameis del Padre (ct. "De recta sententia"). Así entendida, la Circuminsesión es un corolario de la doctrina de la Recapitulación. También la entendió como la identidad de esencia, voluntad y acción en las Personas. Donde éstas son peculiares al individuo, como es el caso en todas las creaturas, ahí, nos dice, tenemos existencia separada (kechorismenos einai).

En la Divinidad, la esencia, la voluntad y la acción son sólo una. En consecuencia, entonces, la Circuminsesión tiene su base en la Homousía.
Es fácil observar que el sistema Griego estaba menos mejor adaptado para cumplir con las sutilezas de las herejías Ariana y Macedónica de lo que fué aquella subsiguiente desarrollada por San Agustín. Sin dudas, las controverias del siglo cuarto llevó notablemente a algunos de los Padres Griegos mas cerca de las posiciones de la teología Latina. Hemos visto que llegaron a afirmar que la acción de las Tres Personas no eran sino una. Incluso Dydimo emplea expresiones que parecen mostrar que él, como los Latinos, concibieron la Naturaleza como lógicamente antecedentes a las Personas. El comprendió el término Dios como significando la Trinidad total y no, como otros Griegos, sólo el Padre: "Cuando oramos, ya sea que decimos "Kyrie eleison" o "Oh Dios ayudanos" no olvidamos nuestra intención: porque incluímos el todo de la Santísima Trinidad en una Divinidad" (De Trin., II, xix).

Procedencia Mediata e Inmediata

La doctrina que el Espíritu es la imagen del Hijo, como el Hijo es la imagen del Padre, es característica de la teología Griega. Fué afirmada pore San Gregorio Taumaturgo en Su Credo. Fué asumida por San Atanasio como una premisa indiscutible en su controversia con los Macedónicos (Ad Serap., I, xx, xxi, xxiv; II, i, iv). Está implícita en las comparasiones empleadas ambas por el (Ad Serap. I, xix) y por San Gregorio Naziaceno (Orat. Xxxi, 31,32) de las Tres Personas con el sol, el rayo, la luz; y de la fuente, la primavera, y el arroyo. También lo encontramos en San Cirilo de Alejandría ("Aff. Thesaurus", 33), San Juan Damasquino (Fid. Orth", I, 13), etc.

Esto supone que la procedencia del Hijo del Padre es inmediata; que del Espíritu del Padre, es mediata. El procede del Padre a través del Hijo. Besarion observa con razón que los Padres que usaron estas expresiones concebían la Divina Procedencia como realizandose, por decirlo de alguna manera, dentro de una línea recta (P.G., CLXI, 224). Por otro lado, en la teología occidental, el diagrama simbólico de la Trinidad siempre ha sido un triángulo, siendo las relaciones de las Tres Personas entre sí, precisamente similares. Vale la pena hacer notar el punto, dado que la diversidad de respresentaciones diversas los lleva inevitablemente a expresiones muy diferentes de la misma verdad dogmática.

Es claro que estos Padres pudieron haber rechazado sin menor fuerza que los Latinos la posterior herejía Potian, que el Espíritu Santo procede sólo del Padre. (Para este tema, el lector puede referirse al Espíritu Santo).

El Hijo

La teología Griega sobre la Generación divina difiere en ciertos puntos particulares de la Latina. La mayoría de los teólogos occidentales basan su teoría en el Logos, dado por San Juan a la Segunda Persona. Este lo entendían en el sentido de un "concepto" (verbum mentale), y sostenían que la Generación Divina es análoga al acto a través del cual el intelecto crea el concepto.

Esta explicación es desconocida entre los escritores Griegos. Declaran que la manera de la Generación Divina es del todo mas allá de nuestra comprensión. Sabemos por la Revelación que Dios tiene un Hijo; y varios otros términos aparte de Hijo, empleados en relación a El en las Escrituras, tales como Palabra, Brillo de Su gloria, etc, nos muestran que su filiación debe ser entendida como libre de cualquier relación. Más, no sabemos. (ct. Greg. Nazianzen, "Orat. xxix", p. 8, Cirilo de Jerusalem, "Cat.", xi, 19; Juan Damasquino, Fid. orth.", I, viii).
Solo una explicación puede darse, a saber, que la perfección que llamamos fecundidad, debe necesariamente encontrarse en Dios como Absolutamente Perfecta (San Juan Damasquino "Fid Orth", I, viii). Sin dudas, podría parecer que la gran mayoría de los Padre Griegos entendieron logos, no como un pensamiento mental; sino como la palabra absoluta ("Dion Alej"; Atanasio, ibid; Ciril Alej. "De Trin", II). No veían en el término una revelación que el Hijo procede por medios intelectuales de procedencia, sino vista como una metáfora que pretende excluir asociaciones materiales en la filiación humana (Gregorio de Niza, "C.Eunom." IV; Greg. Naz, "Orat xxx", p.20; Basil, "Hom. xvi"; Ciril de Alejandría, "Thesaurus assert.", vi).
Ya hemos advertido la visión que el Hijo es la Sabiduría y el Poder del Padre en un sentido total y formal. Esta enseñanza es constantemente recurrente desde los tiempos de Orígenes a aquel de San Juan Damasquino (Orígen apud Atan.,"De decr. Nic.", p. 27; Atanasio, "Con. Arianos", I, p. 19; Cirilo de Alejandría, "Thesaurus"; Juan Damasquino, "Fid.orth.", I, xii).
Está fundamentada en la filosofía platónica aceptada por la Escuela de Alejandría. Esta difiere en un punto fundamental de los teólogos Aristotélico-Escolásticos. En la filosofía Aristotélica, la perfección es siempre concebida estáticamente. Ninguna acción, trascendente o inmanente puede proceder de ningún agente a no ser que ese agente, concebido estáticamente, posea la perfección que sea que esté contenida en la acción. El punto de vista Alejandrino era otro. Para ellos, la perfección debe ser pensada como una actividad dinámica. Dios, como la suprema perfección, es desde toda eternidad, automovido, siempre adornandose a Sí mismo con Sus propios atributos: Derivan de El y, siendo Divino, no son accidentales, sino realidades subsistentes.

Sin embargo, para estos pensadores, no hay imposibilidad en la suposición que Dios es sabio con la Sabiduría la cual es el resultado de Su propia acción inmanente, poderoso con el Poder el cuál procede de El. Los argumentos de los Padres Griegos, presuponen con frecuencia su filosofía como su fundamento; y a no ser que puedan ser claramente asumidos, el razonamiento que sobre sus premisas es concluyente, nos podría parecer inválido y falaz. Por eso es a veces impelido como una razón para rechazar el Arianismo que, si hubiera habido un tiempo cuando El Hijo no era, se sigue que Dios entonces debi´haber sido evadido de la Sabiduría y del Poder una conclusión de la que incluso los Arianos huirían.

El Espíritu Santo

En la teología occidental, un punto que es motivo de alguna discusión, es el asunto respecto a porqué la Tercera Persona de la Santísima Trinidad es llamada Espíritu Santo. San Agustín sugiere que es porque El procede de ambos, el Padre y el Hijo, y, por lo tanto, en propiedad recibe un nombre aplicable a ambos (De Trin., xv, n.37)

Para los Padres Griegos, quienes desarrollaron su teología del Espíritu bajo la luz de sus principios filosóficos que ya hemos visto, el asunto no presentaba dificultad. Su nombre, sostenían, nos revela su carácter distintivo como Tercera Persona, así como los nombres Padre e Hijo, manifiestan un carácter distintivo de la Primera y Segunda Personas. (cf. Gregorio Thaum., "Ecth. fid."; Basil, "Ep. ccxiv", 4; Gregorio Naz.,"Or. xxv", 16). El es autoagiotes, la santidad hipostática de Dios, la santidad por la cual Dios es santo. Así como el Hijo es la Sabiduría y el Poder por el cual Dios es sabio y poderoso, así el Espíritu es la Santidad por el cual El es santo.

Hubo un tiempo, como se atrevieron los Macedóneos a decir, cuando el Espíritu Santo no era, entonces, en aquel tiempo Dios pudo no haber sido santo. (San Gregorio Naziano, "Orat. xxxi", 4). Por otro lado, pneuma era entendido a menudo bajo la luz de Juan 10:22 donde Cristo, apareciéndose a lo Apóstoles, los sopló y les confirió a ellos el Espíritu Santo. El es el aliento de Cristo (Juan Damasquino, "Fid. Orth", 1, viii), aliento por El a nosotros, y morando en nosotros como el aliento de vida por el cual disfrutamos de vida sobrenatural como hijos de Dios (Cirilo de Alejandría "Thesaurus"; cf. Petav., "De Trin", V, viii). La gestión del Espíritu Santo, por lo tanto, al elevarnos al orden sobrenatural, es, sin embargo, concebida de una manera diferente por los teólogos occidentales.
De acuerdo a la doctrina occidental, Dios confiere al hombre gracia santificante, y consecuentemente entran a su alma en aquel regalo, las Tres Personas. Para la teología griega, el órden es al revés: el Espíritu Santo no viene a nosotros porque hayamos recibido gracia santificante; sino que, a través de su presencia, recibimos el regalo. El es el sello, El mismo imprimiendo en nosotros, la imagen Divina.

Esa imagen Divina, sin lugar a dudas, realizada en nosotros, aunque el sello debe estar presente para asegurar la continua existencia de la impresión. Fuera de El, no se encuentra. (Origen, "En Juan. ii", vi; Didymus, "De Spiritu Sancto", x, 11; Atanasio, "Ep. ad. Serap.", III, iii). Esta Unión con el Espíritu Santo constituye nuestra deificación (theopoiesis). Tanto como El es la imagen de Cristo, El imprime la semejanza de Cristo sobre nosotros; siendo Cristo la imagen del Padre, nosotros también recibimos el carácter verdadero de hijos de Dios (Athanasius, loc.cit.; Gregory Naz., "Orat. xxxi", 4).

Es en referencia a este trabajo que hemos visto que en el Credo Niceno-Constantinopolitano el Espíritu Santo es referido como el Dador de vida (zoopoios). En Occidente, hablamos mas naturalmente de gracia como la vida del alma. Pero para los Griegos es, por el Espíritu a través de cuya presencia personal, que vivimos. Tanto así como Dios dió vida natural a Adán al soplar sobre él su aliento de vida, así Cristo nos dá vida espiritual cuando El confiere en nosotros el regalo del Espíritu Santo.


LA DOCTRINA INTERPRETADA POR LA TEOLOGIA LATINA

La transición a la teología Latina de la Trinidad, fué trabajo de San Agustín. Los teólogos occidentales nunca salieron de las líneas centrales que él dejó, su sistema fué desarrollado en los Años Dorados de la Escolástica, sus detalles completados y su terminología perfeccionada. Recibó su forma final y clásica de Santo Tomás de Aquino. Aunque es necesario primero indicar en qué consistió la transición realizada por San Agustín. Esta se puede resumir en tres puntos:
Sostenía la Naturaleza Divina como previa a las Personalidades. Deus, es para el, no Dios el Padre, sino la Trinidad. Este fué un paso de primera importancia, porque salvaguardó tanto la unidad de Dios y la igualdad de las Persona de una manera que el sistema Griego nunca hizo. Como hemos visto, al menos uno de los Griegos, Dynamus, había adoptado este punto de partida y es posible que Agustín haya derivado su método al visualizar el misterio desde él. Pero hacerlo fundamento de todo el tratamiento de la doctrina, fué el trabajo del genio de Agustín.
Insistía que toda operación externa de Dios se debe a toda la Trinidad, y no puede ser atribuible a una sola Persona, salvo por apropiación (ver ESPIRITU SANTO). Como hemos visto, los Padres Griegos, llegaron a afirmar que la acción (energeia) de las Tres ersonas era una y una sola. Pero la doctrina de la apropiación era desconocida para ellos y, por lo tanto, el valor de esta conclusión, oscurecida por la teología tradicional que implicaba las distintas actividades del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Al señalar la analogía entre las dos procedencias dentro de la Divinidad y los actos internos del pensamiento y la voluntad en la mente humana (De Trin., IX, iii,3; xi, 17) se transformó en el fundador de la teoría psicológica de la Trinidad, la cual, con algunas excepciones, fué aceptada por todo escritor latino subsiguiente.
En la siguiente esposición de las doctrina latinas, seguiremos a Santo Tomás de Aquino, cuyo tratamiento de la doctrina es hoy universalmente aceptada por lo teólogos católicos. Se debe observar, sin embargo, que esta no es la única forma bajo la cual la teoría psicológica ha sido propuesta. Así también Ricardo de San Víctor, Alejandro de Hales y San Buenaventura, mientras adhieren en lo principal con la tradición occidental, estaban mas influenciados por el pensamiento Griego, y nos dieron un sistema que difiere de alguna manera con aquel de Santo Tomás.

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